¿Es Muhammad el autor del Corán?

¿Quién es el autor del Corán?  ¡Alguien lo hizo!  ¿Después de todo, cuántos hombres del desierto se han puesto de pie en la historia de la humanidad y han dado un libro al mundo?  El libro tiene detalles asombrosos de naciones del pasado, profetas, y religiones, así como información científica exacta no disponible en la época en que se dio a conocer.  ¿Cuál fue la fuente de todo esto?

Si nosotros fuéramos a negar el origen divino del Corán, sólo quedan las siguientes posibilidades:

– El Profeta Muhámmad es el autor.

– Él lo tomó de alguien más.  En este caso, necesariamente debió copiarlo o de un judío o de un cristiano o de un extranjero que pasó por Arabia.  Pero ni siquiera sus enemigos contemporáneos, los mecanos, lo acusaron de haberlo copiado de uno de ellos.

Dios ha respondido concisamente a este asunto:

“Y dicen: ‘¡Son fábulas antiguas que él ha hecho que le escriban, para que le sean leídas mañana y tarde!’

Di: ‘¡Aquel que conoce los misterios de los cielos y la tierra ha hecho descender este Corán sobre mí!  ¡Ciertamente, Él es indulgente, dispensador de gracia!’” (Corán 25:5-6)

Los detractores de Muhámmad sabían que nunca aprendió a leer ni a escribir.  Ellos conocían su carácter y por dónde había viajado; reconocieron su integridad y honestidad antes de la revelación llamándolo ‘Al-Amin’, el Fiable, el Fidedigno, el Honrado.  Sólo en su lucha contra su predica lo acusaron, y recurrieron para esto a toda clase de engaños y mentiras: ¡se lo acusó de ser un hechicero, un poeta e incluso un loco!  Sin embargo, los incrédulos no podían tomar una determinación final al respecto.  Dios dice:

“Nosotros somos plenamente conscientes de lo que quieren oír cuando te escuchan:

Pues cuando se juntan entre ellos, he ahí, que esos malhechores dicen: ‘¡Si siguierais a Muhámmad, seguiríais sólo a un hombre hechizado!’

¡Mira a qué te comparan, Oh, Profeta, porque se han extraviado y son ahora incapaces de hallar el camino!” (Corán 17:47)

Dios conoce todo lo que ocurre en los cielos y en la tierra, Él conoce el pasado y el presente, y reveló la verdad a su Mensajero Muhámmad.

¿Existe alguna posibilidad de que Muhámmad fuese el autor del Corán?

Es imposible que Muhámmad fuese el autor del Corán debido a las siguientes razones:

Primero, se presentaron muchas ocasiones donde él podría haber inventado la revelación.  Por ejemplo, después de que la primera revelación vino, las personas esperaron para oír más, pero el Profeta no recibió nada nuevo durante meses.  Los Mecanos comenzaron a burlarse de él, decían: ‘¡Su Señor lo ha abandonado!’.  Esto continuó hasta la revelación del capítulo 93.  El Profeta podría haber imaginado algo y podría haberlo presentado como la última revelación para acabar la burla, pero él no hizo esto y soportó pacientemente.  También, en un momento dado durante su misión profética, algunos de los hipócritas acusaron a su esposa Aisha de ser adúltera.  El Profeta podría haber fabricado algo fácilmente en ese momento para librarla del reproche, pero él esperó por muchos días insoportables de dolor, burla y angustia, hasta que la revelación de Dios la libró de lo que le imputaban.

Segundo, hay evidencia dentro del Corán respecto a que Muhámmad no era su autor.  Varios versículos lo criticaron, y en ocasiones Allah lo reprendió fuertemente.  ¿Cómo un profeta impostor podría culparse a sí mismo cuándo esto lo podría poner en el peligro de perder el respeto de sus seguidores?  Aquí tenemos algunos ejemplos:

“¡Oh, Profeta!  ¿Por qué, para complacer a tus esposas, te prohíbes algo que Dios ha hecho lícito para ti?  Pero Dios es indulgente, dispensador de gracia” (Corán 66:1)

“…el Profeta está libre de reproche por haber hecho lo que Dios ordenó para él.  El proceder de Dios con los profetas anteriores y  la voluntad de Dios es siempre destino absoluto; los que transmiten el mensaje de Dios al mundo y Le temen, y no temen a nadie excepto a Dios: ¡pues nadie lleva cuenta de sus acciones tan bien como Dios!” (Corán 33:43)

“No es propio que el Profeta y quienes han alcanzado la fe, pidan perdón por los idólatras, aunque sean sus parientes más próximos, una vez que se les ha hecho saber que esos están destinados al fuego abrasador.  Y la petición de perdón que Abraham hizo en favor de su padre fue sólo por una promesa que le había hecho mientras vivía; pero cuando le fue hecho saber que había sido un enemigo de Dios, Abraham renegó de él, ciertamente, Abraham era sumamente tierno de corazón, benigno” (Corán 9:113)

“El Profeta frunció el ceño y se apartó cuando vino a él un ciego.  ¿Pero acaso sabes, si quizás buscaba beneficiarse de la enseñanza del Corán?  Al que es rico, le dedicas atención, cuando no tienes el poder de purificarlo.  Sin embargo al que llegó a ti lleno de fervor y con temor de Dios ¡a ese no le prestas atención!  ¡No, en verdad, estos mensajes son un recordatorio, que quien quiera, pues, Le recuerde!” (Corán 80:1-11)

Si el Profeta Muhámmad hubiese compuesto el Corán, siendo así un impostor, no se habría reprendido a sí mismo.

“Y no es el Profeta alguien que escatime a otros el conocimiento de lo que está fuera del alcance de la percepción humana.  Ni es este mensaje la palabra de ninguna fuerza satánica maldita  ¿Adónde iréis, pues?

Este mensaje no es sino un recordatorio para toda la humanidad, para Quien de vosotros quiera seguir un camino recto” (Corán 81:24-27)

El Profeta recibe una advertencia en los siguientes versículos:

“Ciertamente, hemos hecho descender sobre ti esta escritura divina que expone la verdad, para que juzgues entre los hombres según lo que Dios te ha enseñado.  Así pues, no disputes con los que traicionan su responsabilidad, sino pide perdón a Dios: ciertamente, Dios es en verdad indulgente, dispensador de gracia.  Ni tampoco defiendas a los que se traicionan a sí mismos: ciertamente, Dios no ama a quienes traicionan su responsabilidad y persisten en la maldad.  Quieren esconder sus actos de la gente; pero no pueden esconderlos de Dios –porque Él está con ellos cuando conciben en la noche toda clase de opiniones que Él no aprueba.  Y en verdad Dios abarca todo lo que hacen.  ¿Queréis vosotros abogar en su favor en esta vida?  ¿Y quién abogará en su favor ante Dios en el Día de la Resurrección, o quién será su defensor?  Sin embargo, quien obre mal o sea injusto consigo mismo y luego pida perdón a Dios, hallará que Dios es indulgente, dispensador de gracia: pues quien comete una falta, la comete sólo en detrimento propio; y Dios es ciertamente omnisciente, sabio.  Pero quien comete una falta o un delito y acusa de ello a un inocente, carga con una calumnia y otro delito manifiesto.  Si no fuera por el favor de Dios para contigo y por Su misericordia, algunos de esos que se traicionan a sí mismos ciertamente intentarían extraviarte; sin embargo, sólo se extravían a sí mismos.  Y tampoco podrán hacerte ningún daño, ya que Dios ha hecho descender sobre ti esta escritura divina y te ha dado la sabiduría, y te ha enseñado lo que no sabías.  Y el favor de Dios para contigo es ciertamente inmenso” (Corán 4:105-113)

Estos versículos explican una situación en que un musulmán de Medina robó un pedazo de armadura y lo escondió en la propiedad de su vecino judío.  Cuando los dueños de la armadura lo alcanzaron, él negó haberlo hecho y la armadura se descubrió donde el judío.  Él, sin embargo, acusó a su vecino musulmán, también negando su participación en el delito.  Las personas de la tribu del musulmán fueron al Profeta a suplicar en su nombre, y el Profeta se empezó a inclinar hacia ellos, sin embargo los versículos anteriores revelaron la aclaración del asunto.  ¡Todo esto a pesar del rechazo del judío respecto a la profecía de Muhámmad!  ¡Los versículos le dijeron al propio Muhámmad, el Profeta, que no debía ponerse del lado del engañoso!

Si el propio Muhámmad fuera el autor del Corán, siendo así un impostor mentiroso, él se habría asegurado que nada apareciera en el Corán que pudiese poner en riesgo su búsqueda de seguidores y partidarios.  El hecho es que el Corán, en varias ocasiones, da reprimendas al Profeta en ciertos problemas en que él había hecho un juicio incorrecto, esto constituye una prueba que no fue escrito por él.

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